Hay momentos en los que desaparezco un poco de la escena, sigo ahí pero
en silencio. Rara vez disfruto ser protagonista, la mayoría del
tiempo me gusta pasar desapercibida; prefiero mirar a que me miren,
escuchar que hablar sin sentido. Así soy, para bien o para mal; no sé si es bueno o malo, es sólo que cuando leo a
otros o escucho a otros, me percato que algunos de ellos no se
cuestionan lo que sienten, lo sienten, lo expresan y ya estuvo; o tal
vez será que se cuestionan y lo que sienten lo escriben tal como viene,
y ya. Yo no soy así. Siento en la misma proporción que me cuestión por
ello, muchas veces quedo atrapada en mis introspecciones.
Hubo
un tiempo en que todo lo que sentía, lo escribía, así tan sencillo y ya. Ahora
cuido mis palabras, aún de mi misma. No quiero regresar y avergonzarme
de ellas o encontrarlas desteñidas por el paso del tiempo, al menos no
aquí, si voy a dejar que envejezcan y se opaquen un poco, que sea en la
libreta de mi vida, la que secretamente aguarda a un lado de mi cama.
Así
bien, pienso mucho, me cuestiono mucho y todo surge en la misma
proporción. ¿Por qué no puedo -pregunto para mis adentros- simplemente
escribir y dejar que las palabras surjan sin miramientos?. Porque no soy
dueña de mis palabras, como las otras personas que escriben, a mi me
gobierna el sentimiento, al cual traigo pegadito de contrabando en la
piel; y entonces ¡oh, triste melancolía que arrebata mis sentidos!, ésta
me atrapa y me presta de cuando en cuando sus palabras; pero así como
pueden ser dulces, pueden pesar como las piedras o espinar como la
hiedra y los juegos en mi mente se reproducen una y otra vez.
¿Qué
quiero expresar? ¿qué quiero decir?. Qué así nací y así moriré, con el
sentimiento en la piel, no encuentro otra manera de ser o de sentir,
pero sé que debo adueñarme de mi y en mi andar tratar de dar
vida a las palabras, de desfundar el más furtivo sentimiento y plasmarlo en algunas líneas que tengan sentido al leerlas.
Hoy me confieso no
dueña de mi misma; hoy el sentimiento me domina, pero quise escribir
para ir matando sensaciones -.que no sentimientos.-, ir acabando con
manías, para así. no despertar mañana y darme cuenta que las palabras
se han quedado atoradas en el abismo de mis tristezas.
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